sábado, 12 de julio de 2014

Difícil, pero no imposible

      Tal como España en Sudáfrica 2010, Alemania es el equipo que más se acerca al todo en la Copa del Mundo. ¿Qué es lo que falta para ser todo? Ganarle a Argentina. Dueño de un equipo inmemorial, Joachim Low ha formado un muro de Berlín durante sus ocho años de mandato. La historia moderna de esta brillante selección empieza cuando quedó eliminado en primera ronda de la Eurocopa 2000;  las autoridades teutonas se dieron cuenta de que con el físico y la potencia ya no alcanzaba para ganar, y a todas esas condiciones innatas que tienen los deportistas de aquel país, le agregaron una sine qua non: la técnica individual, tan despreciada en estos tiempos.


  

   Ser una de las potencias económicas más grandes del mundo es una ayuda de enorme valía para los europeos porque pueden mantener a la mayoría de sus jugadores en la liga local, en este caso la Bundesliga. Nueve de los once titulares juegan en su fútbol, seis de los once juegan en el mismo equipo: Bayern Munich.

    En el equipo más tradicional es donde hay que detenerse para analizar uno de los porqué Alemania juega al fútbol como lo hace. Un conjunto con estilos de tres técnicos distintos:

·          Jupp Heynckes, formador del Bayern campeón de absolutamente todo, un equipo sensacional capaz de golear y pisar a cual rival se le cruce en el camino. “La Máquina Trituradora” desplazó al Barcelona en el trono de mejor equipo del mundo.

·         Josép Guardiola, llegó al equipo Bávaro a mediados de 2013, recibiendo de Heynckes “un equipo perfecto”, como él mismo lo declaró. Sin quitarle las cosas buenas que tenía, le agregó otras muy interesantes: el achique, la defensa en línea casi en mitad de cancha y el arquero líbero y el juego de posesión y posición fueron los principales aportes del Pep.

·         Joachim Low, gran seleccionador. Si bien tiene casi todo el trabajo hecho, ha adaptado jugadores viejos con jóvenes, Bayern Munich con Borussia Dormunt, experiencia con juventud y ésta será su segunda final al mando del país teutón, la otra en la Eurocopa 2008 ante España. Logró el tercer puesto en Sudáfrica 2010 y también en Alemania 2006, pero esa vez como ayudante de Jurgen Klinsmann.




    Se pueden reconocer perfectamente los tres estilos en esta Alemania. Los ataques por las bandas y sostenidos, la pasividad, paciencia y no desesperación, la concepción del todo, la pelota parada. Y también, las cosas que se traen desde la cuna: la potencia, la fuerza, la mentalidad ganadora, la altura, el físico, el temperamento y por sobre todas las cosas, la confianza y la personalidad.

    Alemania llegó con una enorme ventaja respecto a las otras selecciones que se arrimaron a Brasil a disputar la Copa del Mundo, pero ésta vez hay que centrarse específicamente en el partido de mañana. Lo principal en todo equipo es el conocimiento, repetir movimientos, sistema, conocerse lo es casi todo en el fútbol, y los muchachos se conocen de memoria. Argentina también se conoce, tiene un técnico que sabe perfectamente virtudes y defectos propios y ajenos, y ha sido superior a todos los rivales con los que se enfrentó en el Mundial. Ningún equipo ha hecho pata ancha contra la selección de Sabella, y eso es algo fundamental, porque para salir campeón de un Mundial no hay que ganarles a todos, sino a los que te toquen.

    El factor equipo es alemán, el factor individualidades es argentino. Si Di María y Messi están bien físicamente –cosa de la que no se puede dar fe por lo que todos saben- Argentina puede lastimar al equipo teutón. ¿Por qué? Porque son jugadores desequilibrantes, rompedores de esquemas y de líneas. Con un picador al espacio como Higuaín y una defensa en línea como la alemana, se puede desnivelar, pero para eso será fundamental la rapidez y precisión que puedan tener los hombres de mitad de cancha para adelante.

    El aspecto físico también es alemán. Pese a quien le pese, los europeos han jugado sólo 30 minutos ante Brasil, y Argentina lo hizo 120 y un día después. Y con la carga emotiva y anímica que conlleva disputar tiros desde el punto del penal. Alemania es un equipo de tenencia y transiciones, transiciones rápidas y efectivas, desde el minuto uno de la semifinal se podía notar cómo pasaban de defensa a ataque con total facilidad y en tan poco tiempo.

    Al fútbol se gana con goles, por eso es de vital importancia tener jugadores que lleguen y conviertan, y Alemania tiene en sólo dos jugadores 26 goles en la historia de los Mundiales: Miroslav Klose 16 y Thomas Muller 10. Entre todo el equipo argentino no llegan a la mitad de ellos dos en la máxima competencia. Además de esos terribles delanteros, los tres veces campeones del mundo cuentan con volantes que pisan permanentemente el área: Kroos, Ozil, Khedira y Schweinsteiger tienen enorme capacidad para encontrar los espacios y ubicarse en el área para definir.

   En el juego aéreo los teutones sacan una pequeña diferencia por sobre Argentina. La selección nacional es muy fuerte a la hora de defender y atacar la pelota parada. Ambos cuentan con buenos ejecutantes y mejores cabeceadores, la mínima diferencia la sacan por la altura y cuando no pueden romper el cero a través del juego, lo hacen mediante ésta vía. El equipo del centro de Europa convirtió goles provenientes de pelota quieta en varios partidos: Portugal, Ghana, Estados Unidos, Francia y Brasil.

  Si se concreta el título alemán, será el triunfo de un estilo, de un proyecto a largo plazo haciendo las cosas de la mejor manera posible, y además de eso, los rivales de turno tendrán equipos competitivos y de enorme jerarquía para los próximos tres mundiales. Pero el partido es mañana, y se chocarán contra el alma de once leones dispuestos a todos para llevarle la copa a 40 millones de argentinos. El alma de Mascherano, las piernas de Di María, la astucia de Higuaín y la cabeza del mejor jugador del mundo, son las armas con las que tendrá que pelear Argentina, un equipo más que respetable, que nunca fue perdiendo un partido en el torneo, nunca estuvo abajo, y nunca fue superado por ningún rival. Un equipo al que casi no le patearon al arco en los últimos dos partidos y que hizo de su defensa –antes del Mundial era muy floja- una muralla china custodiada  por señores centrales como Garay y Demichelis. Se puede, ilusionarse está permitido. Es difícil, pero no imposible.

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